David Redolí : «El buen lobista ha de ser un buen comunicador y un excelente conocedor de los partidos y las instituciones»

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Como anunciamos, hemos puesto en marcha, junto con la Universidad Carlos III de Madrid (UC3M), el título de Especialista en Asuntos Públicos y Lobbying. Este curso de posgrado ofrece la oportunidad de formarse en el campo de la gestión de asuntos públicos y de la influencia en la toma de decisiones públicas con un programa innovador dentro del panorama universitario español. El posgrado, que dará comienzo en septiembre, contará con especialistas como Manuel Villoria, Joan Navarro y Rafa Rubio, entre otros.

david_redoli_okDavid Redolí, miembro del equipo docente, comparte su visión acerca del lobby y su importancia a día de hoy para las empresas. En julio de 2014 fue elegido presidente del Consejo Directivo de la Asociación de Comunicación Política (ACOP). Desde 1999 es miembro del Colegio de Doctores y Licenciados en Ciencias Políticas y Sociología.

¿Por qué crees que realizar el curso es una opción para los profesionales de lobby?
Por muchas razones. Pero hay una fundamental: para aprender a gestionar la anticipación. Son muchas las organizaciones que aún entienden el lobby a posteriori, es decir, cuando el proyecto de ley ya está anunciado, encima de la mesa, o cuando el tema ya ha eclosionado en los medios de comunicación. Eso es un error. El lobby bien entendido, por el contrario, busca la anticipación como factor clave para lograr resultados. En un mundo tan globalizado, tan cambiante y tan veloz, gestionar los asuntos públicos ex post (reaccionando a lo que va ocurriendo) dificulta (mucho) el éxito. Por ello, es imprescindible que los profesionales de la gestión de los intereses de las empresas sean capaces de identificar los escenarios que están por venir (o que están ya llegando) y sepan anticiparse a ellos -para que su voz sea tenida en cuenta tanto en los procesos regulatorios como en la toma de decisiones, sin perder nunca de vista el interés general. Algo así requiere de mucho entrenamiento, exige adquirir habilidades específicas y, sobre todo, demanda constancia y conocimiento de técnicas muy relacionadas con la comunicación pública (desde ópticas tanto del ámbito local, como nacional e internacional).

¿Qué aportará este curso de posgrado a aquellos que se dedican al lobby?
La regulación de la actividad de los grupos de interés es una realidad en España. La Generalitat de Cataluña fue la primera en poner en funcionamiento un Registro de Grupos de Interés a finales de 2015. Otras comunidades, como Aragón y Madrid, están trabajando en esa misma línea. Y es más que probable que durante esta legislatura a nivel nacional se regule en España, definitivamente, el sector. No es casual que esto sea así: la transparencia, el buen gobierno y el rendimiento de cuentas son partes intrínsecas de la calidad de cualquier democracia moderna. Así, por lo tanto, este postgrado ayudará a formar profesionales adaptados a esas lógicas democráticas, bien entrenados en las técnicas y en las habilidades que exigen estas nuevas reglas de juego (en fase de consolidación, afortunadamente).

¿Cuáles crees que van a ser las tendencias del lobby que van a predominar los próximos años?
Una principalmente: la profesionalización del lobby. Como bien dice el miembro del Consejo Directivo de ACOP, Daniel Ureña, “atrás quedaron los tiempos en los que una buena agenda de nombres y teléfonos eran el principal (y a veces) único secreto del viejo lobista. Durante demasiados años el trabajo del lobista se identificaba con el del conseguidor, con el de un personaje con buenas habilidades sociales y una larga agenda de teléfonos”. Comparto la idea de que ese tipo de lobby ya caducó. Una buena red de contactos es importante, pero no suficiente. Es como decir que eres un excelente futbolista simplemente porque tiras muy bien los penalties. Eso es importante, pero hacen falta muchas más habilidades en el terreno de juego. El lobby requiere planificación, estrategia y técnicas específicas de la sociología, de la ciencia política, del derecho, del periodismo y de la psicología para lograr un buen desempeño. Citando de nuevo a Ureña, creo que “el rigor y la metodología son mucho más importantes que una buena lista de nombres y teléfonos. El lobista de hoy día es sobre todo un analista y un estratega, no un relaciones públicas.”

¿Crees que la actividad de lobby es imprescindible para cualquier compañía y organización?
Un sí rotundo. Hay una serie de bienes intangibles que van a ser cruciales para cualquier organización, tanto del sector privado, como del sector público o del tercer sector: la buena reputación, la confianza, la credibilidad. La defensa de los intereses de cada una de ellas tendrá que hacerse de acuerdo al reforzamiento de esos bienes reputacionales. Además, por otra parte, las empresas necesitan reducir el nivel de incertidumbre y, en un entorno tan competitivo, necesitan también anticiparse a los escenarios que están por venir. Es fundamentalmente eso lo que te da un buen posicionamiento tanto de cara a los medios de comunicación como de cara a los mercados y a los consumidores. Disponer de un buen producto no es suficiente si uno no sabe cómo defenderlo y cómo promoverlo de forma transparente, legal y legítima.

¿Consideras la actividad de lobby como canal de comunicación entre el sector privado, tercer sector, la sociedad civil, Administración Pública y políticos?
Es inherente al mundo hacia el que transitamos actualmente. Todo es cada vez más multidisciplinar e intersectorial. Y los cambios cada vez son más rápidos y profundos, por muchas razones. Así, la interacción entre el sector público, el sector privado y el tercer sector no solamente es necesaria: es que ya es imprescindible para operar en las democracias avanzadas. Los intereses se entremezclan casi siempre, y eso obliga a saber dialogar, a saber entenderse, a saber negociar y, sobre todo, a saber pactar. En el fondo de lo que se trata es de aprovechar sinergias y de conseguir el mejor beneficio (no solamente económico) para el mayor número posible de actores.

¿Qué papel juega la comunicación en el día a día del lobby?
Pues es que el trabajo de los profesionales del lobby está directamente relacionado con la comunicación pública. De lo que se trata, en esencia, es de transmitir de manera eficaz mensajes e información a públicos determinados, en un contexto concreto y en el momento adecuado. Teniendo esto en cuenta, está demostradísimo que el dominio del lenguaje político, la construcción de argumentos sólidos, el uso de herramientas como los argumentarios y los discursos, el saber manejar la relación proactiva con los medios comunicación son aspectos cruciales para le gestión de la representación de intereses. Y, por descontado, el buen lobista ha de ser un buen comunicador y un excelente conocedor del funcionamiento interno de la vida de los partidos y las instituciones. A lo que añadiría que, además, ha de ser buena persona, con una integridad a prueba de balas y con demostrados y demostrables principios éticos. En este sentido, el Código Ético de la Asociación de Comunicación Política (ACOP) es un buen documento de referencia.